Este fin de semana, las Balears se enfrentan a unas temperaturas que podrían poner a prueba nuestra paciencia y sentido común. La Aemet ha encendido todas las alarmas al declarar la alerta por altas temperaturas. Y no es para menos; con el sol apretando fuerte, la playa podría parecer más un sauna que un lugar de descanso.
La comunidad en pie de guerra
No solo el clima está que arde; los residentes también están cansados de ser ignorados en su propia tierra. Mientras algunos disfrutan del verano, muchos se sienten como extranjeros en sus hogares. Los jóvenes ya están hartos de esta masificación turística que convierte Menorca en un caos cada temporada. “Si eres residente, no cuentas”, nos cuentan entre risas amargas.
Mientras tanto, la situación social no mejora: desde protestas por la recuperación del tren de Sóller hasta denuncias sobre precios abusivos en los restaurantes. La indignación está presente y florece en cada rincón; incluso los profesionales de la comunicación han alzado su voz contra injusticias como el reciente asesinato de civiles en Palestina.
Y así, entre olas y reclamos sociales, nos preparamos para otro verano donde parece que nadie escucha nuestras necesidades. ¿Qué haremos? Pues luchar por nuestro espacio, nuestra voz y un lugar donde todos podamos disfrutar sin sentirnos desplazados.