En una calurosa noche en Murcia, la Plaza de Toros se convirtió en un hervidero de emociones. Alejandro Fernández, el carismático cantante mexicano, llegó con su gira De rey a rey, un tributo sincero a su padre, Vicente Fernández. Con solo cinco años, Alejandro ya había pisado un escenario, y desde entonces ha sabido mantener viva la esencia del compromiso y la dedicación que le inculcó su padre.
Una noche llena de música y recuerdos
«Vamos a vivir una velada muy mexicana», promete Alejandro antes de subir al escenario. Con canciones que van desde los clásicos como Me dediqué a perderte hasta nuevos temas, su set list está cuidadosamente diseñado para ofrecer algo único en cada actuación. «Siempre reviso el repertorio y me gusta cambiarlo para que cada show sea especial», añade con una sonrisa.
No es solo música lo que ofrece; también hay un profundo respeto por quienes le escuchan. «Lo más importante que aprendí de mi papá fue el amor hacia el público», reflexiona. Cada nota es un homenaje a esos momentos compartidos, donde la magia de las canciones conecta generaciones enteras.
Alejandro no tiene dudas sobre sus inicios: «Recuerdo mi primer concierto como si fuera ayer». Aunque empezó joven, asegura haber encontrado siempre un equilibrio entre su carrera musical y los dulces recuerdos familiares. Y hablando de logros, sus cuatro Grammy Latinos son solo una parte del reconocimiento; lo que realmente lo llena es la conexión con sus seguidores: «Sin ellos nada sería posible».
El artista también destaca cómo España ha sido clave en su carrera: «Cruzar el Atlántico ha sido fundamental para llevar nuestra música a Europa». Esta conexión cultural le permite no solo representar México, sino también unir corazones en cada presentación.
Así es Alejandro Fernández: un hombre apasionado por su arte y profundamente conectado con su público español, que describe como divertido e increíblemente apasionado. Porque al final del día, la música tiene ese poder mágico de crear momentos inolvidables donde todos somos uno.