Este lunes, en las páginas de Diario de Mallorca, se respiraba una mezcla de ilusión y duda entre los aficionados mallorquinistas. Algunos compartían su entusiasmo por lo que podría ser la temporada, mientras otros se mostraban más cautelosos, temiendo que este año las cosas no salgan como esperábamos. A pesar de haber dejado buenas sensaciones en el Trofeu Ciutat de Palma, el equipo afronta un nuevo campeonato lleno de interrogantes y con la sensación de que aún le falta algo para alcanzar el nivel deseado.
Un inicio complicado ante gigantes
El primer partido en Son Moix no invita precisamente a soñar despiertos. La visita del Barça siempre trae consigo un aire de incertidumbre, especialmente cuando uno ve el despliegue del juego que propone Hansi Flick. Cualquiera podría pensar que es un planteamiento casi manual o una charla típica entre amigos en una tasca, pero esas son las mismas preocupaciones que seguramente rondan por la cabeza de nuestros jugadores. ¿Cómo frenar a un talento como Lamine Yamal? ¿Quién se encargará de vigilar a Pedri o Frenki de Jong?
A simple vista, parece que estamos en desventaja total. Sin embargo, como bien dicen los futbolistas: estos son los partidos que realmente les motivan. El verbo clave aquí es competir. Si el Mallorca sale al campo con concentración y ganas, puede dar sorpresas; recordemos aquella vez que empatamos contra el Madrid hace un año… aunque eso ya es historia y ahora todo ha cambiado, especialmente con un Barça renovado.
El último año vimos debutar a nuevos jugadores como Mojica y Asano; este curso parece que solo Pablo Torre estará listo para lucirse. En general, seguimos con el mismo bloque y todos tienen un año más encima. Lo cierto es que la pasada temporada sufrimos una dura goleada en Son Moix (1-5) y otro tropiezo en Montjuïc (1-0), donde Leo Roman fue nuestro salvador. Hoy por hoy, él representa nuestra mayor esperanza para esta temporada 2025-26.