En el Gran Premio de Hungría, Max Verstappen, cuatro veces campeón del mundo, se enfrenta a una cruda realidad. A pesar de haber estado luchando por la pole en Silverstone hace poco, aquí su rendimiento ha caído en picado y sus palabras reflejan una desolación palpable. «No ganaré más este año», dijo sin tapujos a los medios.
Un fin de semana para olvidar
El ambiente era tenso y las expectativas, bajas. En cada sesión libre y en las rondas de calificación, Verstappen no logró pasar del séptimo puesto. «Hemos probado muchas cosas, pero nada parece funcionar», confesó. La frustración se notaba en su tono; incluso admitió que tiene ideas sobre lo que podría estar pasando con su coche, pero no siempre logra comunicarlas con claridad.
A medida que los días avanzaban en el circuito de Hungaroring, el piloto dejó claro que ya no competía por nada importante esta temporada. «No duele tanto ahora porque ya no estoy peleando por el título», comentó casi resignado. Y es que cuando un coche simplemente no da la talla, las opciones son escasas.
A pesar de todo, Max intenta encontrar momentos brillantes como la reciente victoria en el Sprint en Spa. Pero este fin de semana ha sido un verdadero desastre para él: «Nada está funcionando» y aunque recuerda cómo estuvo cerca del podio el año anterior aquí, sabe que este 2025 es otro cantar.
Los medios holandeses le lanzaron una pregunta directa: ¿podrá volver a subir al primer escalón del podio antes de finalizar la temporada? Su respuesta fue clara: «No. Tal como van las cosas… es obvio». Reconoció que enfadarse no cambiará la situación actual del coche.
Aunque sorprendió ver a Leclerc logrando la pole mientras él luchaba con su propio ritmo, Verstappen optó por restarle importancia a ese hecho: «Todos están haciendo bien su trabajo; yo tengo mis propios problemas y eso ya es bastante».
Ciertamente, en Fórmula 1 el coche lo es todo y Max tiene claro que si estuviera al volante de un McLaren sería otra historia. Sin embargo, prefirió evitar entrar en comparaciones o especulaciones innecesarias sobre otros equipos dominantes. Este fin de semana ni siquiera estaba para bromas; había que aceptar la dura realidad.