En el corazón de Balears, donde cada rincón cuenta una historia, surgen reflexiones que nos hacen cuestionar nuestra propia identidad. A veces me miro al espejo y pienso: «¿Qué ha pasado con mis sueños?». La verdad es que hay días en los que siento que soy un auténtico fracaso, porque todos tenemos esos momentos de duda, ¿verdad?
La realidad cotidiana
La vida aquí puede ser dura; a menudo me siento como un pez fuera del agua, haciendo más ruido en casa que un turista borracho en pleno descontrol. Recuerdo mis 15 años, cuando pensaba que sabía todo. Pero claro, ahora miro atrás y solo puedo sonreír ante lo ingenua que era. Y hablando de ingenuidad, ¿quién no ha escuchado hablar del Caló del Moro? Un lugar casi desconocido para muchos, solo un refugio para marineros y contrabandistas. Sin embargo, su belleza merece ser vista por más gente.
Y mientras tanto, el monocultivo turístico sigue arrasando con nuestras costas y tradiciones. Es triste pensar cómo las plazas públicas están cayendo a pedazos o cómo los ruidos de fiestas ilegales se sienten a kilómetros. Esta situación ya no se puede ignorar; necesitamos alzar la voz.
Vivimos tiempos convulsos en esta isla llena de contrastes. La cultura está viva y lucha por mantenerse entre tanto bullicio. Así que recordemos lo importante: no dejemos que nuestra esencia se pierda entre los gritos de quienes vienen solo a divertirse.