Imagina la escena: un aparcamiento del Hospital Son Espases, lleno de coches y la vida cotidiana latiendo a su alrededor. Allí, el pasado 18 de julio, un hombre decidió que era buena idea utilizar una tarjeta de estacionamiento para personas con discapacidad falsificada. Pero lo que parecía un plan bien ideado no pasó desapercibido para la Policía Local de Palma.
Una patrulla del Equipo Comunitario de Proximidad (ECOP) se topó con un vehículo aparcado en una plaza reservada. Al acercarse, notaron que la tarjeta mostraba signos evidentes de haber sido manipulada; la fecha de caducidad era claramente sospechosa. Tras verificar esta irregularidad, el coche fue denunciado y llevado al depósito municipal.
Las consecuencias llegan rápido
Pocos días después, el dueño del coche se presentó en busca de recuperar su vehículo. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula cuando los agentes comprobaron que la tarjeta no estaba a su nombre, sino que pertenecía a otra persona completamente distinta. Así las cosas, no tuvieron más remedio que retirársela e interponerle una denuncia por falsedad documental.
Este caso ya ha llegado a manos del juzgado, donde se decidirán las posibles repercusiones penales. La investigación ha concluido y ahora solo queda esperar qué pasará con este intento desesperado por aprovecharse del sistema. Es triste ver cómo algunos prefieren tirar a la basura los derechos ajenos en vez de respetar las normas básicas de convivencia.