Imagina la escena: una pareja joven, acompañada de su bebé, se encuentra viviendo en una casa ajena en Alicante. Lo que podría haber sido un refugio acogedor se convierte en un escenario aterrador, ya que durante dos largos meses convivieron con el cadáver del dueño, un policía nacional jubilado de 74 años. Este hombre, que los había recibido con los brazos abiertos, terminó siendo un secreto macabro encerrado entre las paredes de su propia casa.
Un hallazgo escalofriante
El cuerpo del anciano estaba oculto en una habitación, mientras la pareja supuestamente accedía a sus cuentas para cobrar la pensión. Las hijas del fallecido, preocupadas por no poder contactar con su padre, alertaron a la Policía Nacional. Fue entonces cuando se descubrió lo inimaginable: el cadáver estaba en «avanzado estado de descomposición».
Los vecinos comenzaron a notar algo raro; escuchaban discusiones entre el hombre y la pareja, pero fuera de casa todo parecía cordial. Los dueños del bar al que solía ir el jubilado también notaron su ausencia: «teníamos dudas y sospechábamos, pero nunca pensamos que podía pasar esto», cuentan. Sin embargo, los olores nauseabundos y las moscas alrededor eran señales evidentes de que algo no iba bien.
Aunque inicialmente se creyó que el fallecimiento fue natural, pronto surgieron dudas sobre las circunstancias de su muerte. Se descubrieron heridas post mortem en los tobillos del anciano que apuntaban a un desenlace violento. Mientras tanto, la pareja habría estado cobrando cerca de 1.500 euros mensuales de su pensión hasta que comenzaron a sentir el aliento policial detrás de ellos y decidieron escapar.
Sorprendentemente, esta historia escalofriante ha llevado a la detención de ambos por delitos graves relacionados con la integridad del fallecido y apropiación indebida. En medio de este drama humano queda una pregunta resonante: ¿hasta dónde puede llegar la desesperación? La investigación sigue abierta y nos deja boquiabiertos ante lo insólito e inquietante de esta situación.