En Palma, la historia de Construcciones Bartolomé Ramón no es solo un relato de ladrillos y cemento; es un viaje familiar que se remonta a generaciones. María Ramón y Simón Alba, junto a sus hijas Marga y Fanny, así como dos de sus nietos, Silvia Pons y Miguel Ángel Serra, son el alma viva de esta empresa que ha crecido piedra a piedra desde su nacimiento.
Todo comenzó con Miquel Ramón, el abuelo de María, quien era picapedrer. Desde Lloseta hasta Binissalem, su familia siempre estuvo ligada al oficio. Pero fue Bartolomé Ramón Jaume, el tercero de seis hermanos y un joven valiente con grandes sueños, quien dio el salto a Palma en plena transformación antes del boom turístico. Con ilusión y coraje en su corazón, decidió dejar atrás la vida de empleado para fundar su propia empresa. Y aunque le faltaba capital para comenzar, la confianza de unos amigos le permitió dar ese primer paso crucial en 1940.
De los sacrificios a la grandeza
A medida que la empresa fue creciendo, también lo hizo la familia. Con Francisca Sastre a su lado, quien ayudó económicamente con su trabajo como modista, Bartolomé se convirtió en un referente del sector. Sus primeras obras fueron arduas pero llenas de esfuerzo. A lo largo del tiempo, Construcciones Bartolomé Ramón se destacó por realizar importantes canalizaciones eléctricas y proyectos emblemáticos que marcarían la evolución urbanística de Palma.
No podemos olvidar el aporte fundamental que hizo Simón Alba al unirse a la compañía después de cumplir con el servicio militar en el Sáhara. Aunque no tenía experiencia previa en construcción, aceptó el reto con los ojos bien abiertos. Con él llegaron nuevas técnicas y maquinaria moderna que revolucionaron el sector.
A medida que pasaban las décadas, CBR se consolidó como una constructora clave para las grandes obras públicas e incluso logró obtener contratos del Ayuntamiento durante más de veinticinco años consecutivos. En 2006 Fanny asumió las riendas del negocio familiar tras adaptarse a las dificultades económicas provocadas por la crisis del ladrillo.
Hoy día sigue esa esencia familiar entrelazada con innovación: Silvia estudia arte dramático mientras se integra en la empresa; Miguel Ángel aspira a diseñar edificios desde Inglaterra. Todo ello bajo un protocolo familiar que asegura que este legado perdure y continúe construyendo no solo estructuras físicas sino también sueños compartidos.