En una declaración contundente, Amnistía Internacional (AI) ha señalado el uso de bombas de racimo por parte de las Fuerzas Armadas de Irán en sus recientes ataques a Israel. Ocurrió a finales de junio, durante lo que muchos han llamado la ‘Guerra de los Doce Días’. La ONG no se ha quedado callada y ha dejado claro que este tipo de armamento es una flagrante violación del Derecho Humanitario.
Erika Guevara Rosas, directora general de Investigación y Campañas en AI, fue directa al afirmar: «Las bombas de racimo son armas cuya naturaleza es indiscriminada y jamás deberían ser utilizadas». Su voz resonó con fuerza mientras destacaba el peligro inminente que enfrentan las comunidades civiles, especialmente los más vulnerables: los niños. Ella subraya que el uso irresponsable de estas armas en zonas residenciales pone en riesgo vidas inocentes y muestra un desprecio absoluto por las normativas internacionales.
Un panorama devastador
Amnistía ha analizado imágenes y vídeos que evidencian la gravedad del asunto. Por ejemplo, el 19 de junio, varios misiles balísticos iraníes cargados con bombas de racimo impactaron en Gush Dan, cerca de Tel Aviv. Al día siguiente, otros proyectiles alcanzaron una escuela y una cancha deportiva en Beerseba; mientras que el 22 del mismo mes, estos explosivos aterrizaron en Rishon LeZion. Aunque no se reportaron víctimas fatales oficialmente, los daños fueron considerables.
Aún más alarmante es la contaminación persistente que dejan estos artefactos explosivos sin detonar. Su capacidad para extenderse a lo largo de grandes áreas significa que muchas regiones pueden seguir siendo peligrosas años después del final del conflicto. No podemos ignorar este problema, advierte AI.
A pesar de la existencia desde 2010 de la Convención sobre Municiones en Racimo—que prohíbe su uso y fabricación—tanto Irán como Israel aún no han firmado este acuerdo vital. Ante esta situación crítica, AI hace un llamado urgente a todos los Estados para que adopten esta convención y cumplan con sus obligaciones internacionales.
En medio del caos bélico entre ambos países, donde ya se contabilizan más de mil muertes solo en Irán y unas treinta en Israel, queda claro que el camino hacia la paz requiere un compromiso firme para rechazar estas prácticas destructivas.