En una tarde cualquiera del pasado 29 de junio, un viaje en autobús se tornó en una escena de caos. Un hombre, simplemente tratando de mantener el orden, se encontró con la furia de cuatro jóvenes, tres de ellos menores. ¿La razón? Les pidió que se sentaran correctamente y dejaran de ocupar más espacio del necesario, poniendo los pies encima de los asientos.
La violencia estalla
Lo que comenzó como una simple advertencia terminó en una brutal agresión. La víctima recibió patadas y puñetazos sin compasión, acabando con la nariz ensangrentada mientras intentaba defenderse. En ese momento, la llamada al 091 alertó a la Policía Nacional sobre lo sucedido en el autobús de la EMT en Cala Major.
A su llegada, los agentes encontraron al hombre sangrando abundantemente y acompañado por una mujer que había tratado de ayudarle. El conductor del autobús también había sido testigo del ataque y decidió detener el trayecto para intervenir. Con valentía, logró hacer que los agresores abandonaran el vehículo; pero su escape no duraría mucho.
Poco después, varios policías dieron con el grupo atacante en otro autobús. Los chicos aún llevaban las huellas del conflicto; uno incluso había dejado atrás una chancla durante la confusión. Al ser interrogados, admitieron haber golpeado al hombre porque este les apartó los pies cuando les pidió respeto por el espacio común.
El desenlace fue inevitable: dos varones fueron detenidos por lesiones y posteriormente otros dos más se sumaron a la lista tras ser identificados por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.
Es triste ver cómo un simple recordatorio puede desatar tanta rabia y violencia entre jóvenes. Esta historia nos invita a reflexionar sobre cómo debemos tratar a nuestros semejantes y recordar que todos compartimos un mismo espacio.