Este verano, el teatro en Palma se viste de estreno con dos montajes que prometen hacer vibrar al público. Cul-de-sac y La compostura, obras de los talentosos Joan Tomàs Martínez y Héctor Seoane, respectivamente, son un soplo de aire fresco que nos invita a mirar a nuestro alrededor y cuestionarnos el mundo en el que vivimos.
Una mirada crítica a la realidad
Cul-de-sac, dirigida por Mar Fiol e interpretada por las destacadas Núria Fiol y Núria Sbert (con la colaboración especial de Aina Frau), nos transporta a un escenario distópico pero increíblemente cercano. En este contexto, dos activistas planean una acción radical para enfrentarse a una serie de crisis interconectadas: desde la vivienda hasta la masificación turística. La obra no solo es una representación; es un grito de rabia frente a lo que está sucediendo en nuestra sociedad. Nos recuerda que la indignación puede ser, al fin y al cabo, una vía hacia el cambio.
Por otro lado, La compostura ofrece una experiencia más íntima y personal. El protagonista, un dramaturgo perdido en su propia búsqueda creativa, se enfrenta a sus propios demonios mientras observa personajes ajenos pero cercanos. La complicidad entre ellos refleja nuestras propias luchas cotidianas. Tal como dice uno de los personajes al inicio del espectáculo: «Esto va más allá de lo que parece»; y efectivamente, hay algo profundamente telúrico en esta historia. Su narrativa resuena con temas universales como el exilio emocional o las guerras internas.
A través del ingenioso mosaico creado por Seoane y con una dirección brillante de Joan M. Albinyana, La compostura no solo logra arrancarnos risas; también siembra dudas en nuestras mentes inquietas. Y en ese juego entre certidumbres e incertidumbres es donde encontramos el verdadero desafío: ¿qué estamos dispuestos a salvar? Sin duda, estas obras son mucho más que entretenimiento; son un espejo donde reflejamos nuestras realidades.