Imagina un mundo donde los criminales llevan chips implantados que predicen sus delitos. Suena a ciencia ficción, pero el gobierno británico de Keir Starmer está considerando esta opción. En una reunión reciente en Londres, se discutieron ideas que parecen sacadas de una película futurista: desde robots para transportar presos hasta superordenadores capaces de anticipar comportamientos delictivos.
¿Hasta dónde llegaremos?
Una de las propuestas más controvertidas es la de implantar chips subcutáneos para rastrear a los delincuentes en tiempo real. Esta idea ha levantado ampollas entre defensores de los derechos humanos y activistas, quienes cuestionan su impacto sobre la privacidad individual. La ministra de Justicia, Shabana Mahmood, lideró este encuentro junto a grandes nombres como Google y Amazon, pidiendo colaboración para modernizar el sistema penitenciario.
No obstante, voces críticas como la de Donald Campbell, miembro de la asociación Foxglove, han expresado su preocupación por lo que consideran un excesivo poder otorgado a las empresas tecnológicas. Además, advierte que predecir delitos mediante inteligencia artificial no es algo fiable ni seguro. Mahmood se defiende argumentando que estas son solo ideas para abrir el debate sobre cómo solucionar la crisis actual del sistema carcelario.
A pesar del revuelo generado, no es la primera vez que el gobierno británico opta por soluciones tecnológicas; Starmer ya había mencionado antes cómo la IA podría transformar los servicios públicos y propuso aumentar el uso de tecnologías de reconocimiento facial.
Las empresas presentes en la reunión han decidido guardar silencio sobre sus ideas, aunque se espera otra sesión donde podrán presentar sus propuestas. Mientras tanto, activistas temen que este entusiasmo desmedido por las nuevas tecnologías pueda poner en riesgo las garantías legales fundamentales para aquellos condenados.