En un giro inesperado de los acontecimientos, Azerbaiyán ha decidido convocar al embajador ruso para expresar su descontento con lo que consideran «acciones hostiles» por parte de Rusia. Esta decisión, tomada el pasado miércoles, se produce tras días de acusaciones mutuas que han dejado una tensión palpable en el aire.
El Ministerio de Exteriores azerí no se ha quedado callado y ha hecho público su profundo malestar. En un comunicado contundente, han manifestado su «profunda preocupación» por unas operaciones recientes en Ekaterimburgo, donde la actuación de las fuerzas rusas contra ciudadanos de etnia azerí resultó en dos muertes y varios detenidos. Bakú no se traga las explicaciones oficiales rusas, que aseguran ser contradictorias con las evidencias de violencia observadas en los cuerpos.
Tensión creciente y demandas justas
Azerbaiyán también ha denunciado la «intolerancia étnica» reflejada en la cobertura mediática del suceso, exigiendo una investigación completa e imparcial sobre lo ocurrido. Además, han aprovechado la ocasión para volver a pedir claridad sobre el ataque a un avión de Azerbaijan Airlines que se estrelló en Kazajistán hace casi un año; según ellos, Moscú ha montado una campaña de desinformación al respecto.
Curiosamente, mientras tanto, el Gobierno azerí defiende sus acciones contra trabajadores de la agencia Sputnik, subrayando que todo se ha llevado a cabo dentro del marco legal del país. Este asunto fue precisamente uno de los puntos tocados cuando Rusia llamó al embajador azerí para reprenderlo sobre las «acciones hostiles» atribuibles a Azerbaiyán.
Así están las cosas entre estos dos países: un tira y afloja lleno de recriminaciones y situaciones tensas que nos recuerdan lo delicada que es la política internacional hoy día.