Si hay algo que marca nuestra vida, son las canciones que nos acompañan. Y The Corrs, con su magia celta, han hecho eso y mucho más durante los últimos 30 años. Este lunes, en el Alma Festival de Madrid, la banda irlandesa ofreció un concierto inolvidable que dejó a 5.000 almas vibrando al unísono.
Un repaso a su legado musical
Recorriendo su trayectoria, desde aquel primer álbum Forgiven, Not Forgotten, es sorprendente pensar cómo lograron captar esas emociones tan humanas y universales. Andrea, Sharon, Caroline y Jim han convertido el amor y la melancolía en melodías que todos hemos cantado alguna vez; sus letras parecen hablar directamente de nuestras vivencias. La conexión se hizo palpable cuando interpretaron What Can I Do, donde cada acorde resonaba como una plegaria compartida entre ellos y nosotros.
Pese a que su última visita a Madrid fue hace más de dos décadas, la banda no ha perdido ni un ápice de energía ni carisma. En el escenario, Andrea deslumbró con su voz dulce pero llena de matices, recordándonos por qué nos conquistaron en los 90. Ella misma lo decía: «Gracias por hacernos sentir en casa». Y vaya si lo hicieron: los recuerdos afloraban con cada nota.
A lo largo del espectáculo, los clásicos se sucedían como una lluvia de oro: Only When I Sleep, Give Me A Reason y muchos más fueron disparados como balas de felicidad entre miradas cómplices. Pero no todo fue nostalgia; también rescataron piezas recientes como White Light, demostrando que aún tienen mucho que ofrecer al mundo musical.
No hubo momento para respirar entre tanto éxito; cada tema era un festín para los sentidos y las emociones estaban a flor de piel. Con cada pieza instrumental se desataba una euforia colectiva; violines y flautas creaban una atmósfera mágica mientras el público se dejaba llevar por ese sonido celta tan característico.
Aunque han pasado años desde sus inicios, The Corrs siguen siendo esa banda entrañable que sabe tocar nuestro corazón. Nos dejaron claro anoche: están aquí para quedarse. Así que sí, tu vida realmente la escribió The Corrs hace tres décadas. Y quién sabe cuántas historias más podrán contar en el futuro.