En un ambiente tenso y cargado de incertidumbre, Llorenç Bauzá, presidente de Emaya, ha salido al paso este martes para defender el reciente pacto firmado con un trabajador que fue despedido tras varias denuncias de acoso. En su discurso, se notaba la preocupación por el clima laboral dentro de la empresa y, sobre todo, por los recursos públicos que estaban en juego. «La dirección busca garantizar una buena gestión», afirmaba Bauzá, recordando que Emaya había estado perdiendo batallas en los tribunales.
Una decisión necesaria
Bauzá no escatimó en detalles al hablar de la cantidad acordada: 225.000 euros. Y es que, según él, esta cifra era un mal menor si se tenía en cuenta que una nueva derrota judicial podría haber significado pagar más de 400.000 euros entre salarios pendientes y otros conceptos. “Ayer mismo nos desestimaron otro recurso”, decía con una mezcla de frustración y resignación. Era claro que la situación comenzaba a desesperar a todos los involucrados.
Con este nuevo acuerdo procesal ya homologado en el TSJIB, Emaya reconoce oficialmente el despido como improcedente y cierra las puertas a una posible readmisión del trabajador despedido. Para muchos empleados esto representa un alivio; sin embargo, también deja abierta la pregunta sobre cómo afectará esta decisión a las relaciones laborales internas.
Bauzá insistía en su deseo de lograr «cordialidad dentro de la empresa» y aseguraba que quería ver a los trabajadores respaldados. Sin embargo, no se pronunció claramente sobre si Emaya retiraría las acusaciones contra este sindicalista ni si estaban negociando con otro compañero despedido bajo circunstancias similares. Es evidente que la empresa navega por aguas turbulentas y cada decisión cuenta.
Reiterando su postura sobre acuerdos previos alcanzados en situaciones semejantes, cuestionó lo «perjudicial» que había sido ese tira y afloja judicial donde Emaya solo salía perdiendo: “Un ir y venir constante de sentencias”, remarcó con un aire reflexivo pero firme. La inquietud permanece latente entre los trabajadores mientras esperan cambios significativos en un entorno laboral marcado por tensiones.