La historia de una escuela que se despide no es solo la crónica del fin de un edificio; es el cierre de un capítulo lleno de risas, aprendizajes y momentos inolvidables. A medida que los días se acortan y las aulas quedan vacías, sentimos cómo el corazón se nos encoge al pensar en todo lo que hemos vivido aquí. El director, quien ha estado al frente durante tantos años, también se prepara para su retiro, dejando atrás una huella imborrable en cada rincón.
Un adiós cargado de emociones
La comunidad se siente nostálgica. Todos nosotros recordamos aquellos primeros días, con sus nervios y expectativas. Ahora, ver cómo esta escuela se desmorona ante nuestros ojos duele más de lo que quisiéramos admitir. Cada pupitre vacío es un eco de risas pasadas y promesas futuras que ya no serán.
Aunque la vida sigue adelante y nuevos caminos esperan a cada uno de nosotros, no podemos evitar sentir que tiramos a la basura algo invaluable. No solo cerramos puertas físicas, sino que también decimos adiós a sueños compartidos y amistades forjadas en el calor del aula. Es un momento difícil, pero también debemos recordar celebrar lo vivido. La esencia de esta escuela siempre estará con nosotros.