En la Audiencia de Palma, el clima se tornó tenso este viernes mientras una joven holandesa compartía su historia. Con lágrimas en los ojos, recordó cómo su vida cambió aquella fatídica noche del 3 de agosto de 2023 en un hotel de s’Arenal, donde fue víctima de una agresión sexual por parte de un compatriota. La Fiscalía ha solicitado que se le impongan diez años tras las rejas a este hombre, quien ha optado por declarar al final y ha aportado previamente 10.000 euros antes del juicio.
Un momento aterrador
-¿Podría contarnos qué sucedió esa noche?- preguntó la fiscal, mientras la joven intentaba contener el llanto. -Sí… me siento tan mal…, respondió entre sollozos. Todo empezó en la terraza del hotel; había decidido acompañar al acusado a buscar un colchón extra. Lo que debería haber sido algo trivial pronto se tornó en un auténtico calvario. “Me empezó a besar y le dije que no quería”, recordó con dolor.
La lavandería del hotel, situada cerca de las escaleras del primer piso, se convirtió en el escenario de su pesadilla. Allí, el hombre la arrinconó contra la pared y comenzó a agredirla físicamente. Ella solo podía suplicar que parara mientras él ignoraba sus gritos y forzaba su voluntad. Con cada palabra que salía de su boca, era evidente que revivir esos momentos era como abrir una herida fresca.
Afortunadamente, ella logró liberarse momentáneamente empujándolo hacia atrás y salió disparada hacia el ascensor más cercano. Pero incluso allí no tuvo descanso; antes de llegar a la puerta del elevador, él volvió a atraparla y continuó con sus ataques hasta llegar al tercer piso.
El Ministerio Público busca justicia no solo pidiendo una pena considerable para el acusado sino también reclamando una indemnización económica para reparar los daños morales sufridos por esta valiente mujer. Su testimonio es un recordatorio escalofriante de lo frágil que puede ser nuestra seguridad y cómo cada uno tiene derecho a vivir sin miedo.