En el corazón de Ibiza, las celebraciones de Sant Joan no solo se viven con música y alegría, sino también a través de sabores que cuentan historias. Los Macarrons de Sant Joan, esos dulces eivissencos hechos con cariño y tradición, han llegado para recordarnos lo importante que es preservar nuestras raíces. Maria Magdalena Vives lo resume perfectamente: «Manacor siempre ha estado lleno de personas que han luchado por mantener viva nuestra tradición oral».
Un festín para los sentidos
Pero no todo es fiesta. La noche mágica trae consigo luces y sombras. Mientras algunos disfrutan del sabor auténtico de la isla, otros enfrentan momentos difíciles; como el hombre herido por un caballo durante las festividades en Ciutadella. Y es que el caos puede surgir cuando menos te lo esperas.
A medida que avanzamos entre risas y bailes, nos encontramos con noticias tristes desde el País Valencià, donde un acto violento nos recuerda la fragilidad de la vida. Así son las fiestas: una mezcla de celebración y reflexión sobre lo que realmente importa.
No olvidemos tampoco cómo algunas zonas quedan llenas de desechos después del bullicio festivo, como el Caló del Moro, convertido en un basurero tras la noche mágica. Es hora de tomar conciencia y cuidar nuestro entorno; no podemos permitirnos tirar a la basura nuestra herencia cultural ni natural.
Así, en medio de esta vorágine, los macarrones se convierten en símbolo de unión, tradición y esperanza. En cada bocado está la historia del pueblo ibicenco, recordándonos que celebrar es también valorar lo que somos.