Las obras que se están llevando a cabo en el aeropuerto de Palma han causado la ruptura de un gran techo de vidrio. Una situación que podría haber sido mucho más grave, pero afortunadamente no ha dejado heridos. Sin embargo, esta situación nos hace reflexionar sobre las consecuencias de un desarrollo que a veces parece estar por encima de todo y todos.
Un despertar lleno de problemas
Mientras tanto, en el Caló del Moro, la mañana siguiente a la noche de Sant Joan dejó un panorama desolador: basura por todas partes. A veces parece que solo recordamos lo bueno y nos olvidamos del impacto real que nuestras celebraciones pueden tener en el entorno.
Y no solo eso, la fiesta ilegal organizada por DJ Diplo en el mirador del Vedrà ha desencadenado una multa de 300.000 euros. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por una noche de diversión? La polémica no acaba aquí; también se investiga la aparición de cadáveres de migrantes atados en las aguas baleares, lo que nos recuerda que muchas vidas se ven comprometidas mientras nosotros seguimos con nuestras fiestas.
En Ferreries hay debates candentes sobre escolarización: «Forzar a los niños a asistir a una escuela religiosa es un poco fuerte», se escucha decir entre la comunidad. Y si miramos hacia Palma, las pintadas contra los alojamientos turísticos claman: «Son culpables de la crisis del acceso a vivienda». No podemos quedarnos callados ante esto; todos somos parte del problema y también de la solución.
Con este telón de fondo, es evidente que necesitamos poner atención en lo verdaderamente importante y dejar atrás prácticas perjudiciales para nuestra comunidad. Las decisiones deben ser pensadas para todos y cada uno debe hacerse responsable.