¿Quién no ha sentido la frustración de quedarse atrapado en un atasco interminable? En las Islas Baleares, esto ya es una realidad que nos afecta a todos. Y es que el caos del tráfico no solo se limita a unas pocas calles; más de 20 puntos están colapsados, y parece que nadie tiene la solución para resolverlo. ¿Acaso estamos condenados a vivir así?
La polémica del tráfico y la educación
Aparte de los atascos, hay otros temas candentes en la agenda. Recientemente, se ha desatado una tormenta por la escolarización en Ferreries, donde muchos consideran que forzar a los niños a asistir a una escuela religiosa es un poco fuerte. ¡Y qué razón tienen! Es como si estuviéramos tirando a la basura el derecho a elegir.
Cada día nos encontramos con situaciones que nos hacen cuestionar nuestro entorno. La comunidad está cansada de ver cómo sus preocupaciones quedan relegadas al olvido mientras los problemas siguen acumulándose como coches en un semáforo. Nos enfrentamos también al fenómeno del monocultivo turístico, donde los alojamientos han sido señalados con pintadas en Palma: «Són culpables de la crisi d’accés a l’habitatge«. Y sí, lo son. Necesitamos más voces y acciones contundentes para hacer frente a esta crisis.
Parece que cada vez más somos nosotros quienes tenemos que alzar la voz y exigir cambios reales. Porque si no lo hacemos, ¿quién lo hará? Está claro: el futuro depende de nuestras decisiones hoy.