En la jornada del lunes, el ministro de Defensa iraní, Amir Nasirzadé, no se anduvo con rodeos. Desde su puesto, defendió a capa y espada el ataque contra las bases estadounidenses en el golfo Pérsico. Para él, esto no fue más que un «castigo contra el agresor». En una conversación directa con su homólogo ruso, Andrei Belusov, dejó claro que Irán no está dispuesto a aceptar lo que ellos llaman «una paz impuesta».
Un panorama lleno de tensiones
Las palabras de Nasirzadé resonaron con fuerza: «Nuestra decisión es castigar al agresor con todo nuestro poder». No hay lugar para dudas; su mensaje fue directo y sin filtros. Además, señaló a Estados Unidos como la raíz de todos los males en la región, sembrando inestabilidad a su paso. Por otro lado, Belusov respaldó esta postura y afirmó que el reciente ataque estadounidense tenía como único objetivo debilitar a Irán y propagar el caos.
La situación se complica aún más cuando se observa cómo Rusia ha mostrado su apoyo incondicional hacia Teherán en este contexto tan tenso. Aún así, cabe mencionar que no ha habido confirmaciones oficiales por parte de Moscú sobre esta conversación entre los ministros.
En medio de todo este escenario bélico y cargado de emociones encontradas, uno se pregunta: ¿hasta dónde llegará esta escalada? La incertidumbre sigue flotando en el aire mientras ambos países mantienen sus posturas firmes y desafiantes.