En el corazón de Palma, la preocupación por la masificación turística se siente en cada esquina. Este pasado fin de semana, miles de personas se reunieron para alzar la voz y decir ‘¡basta ya!’ a un modelo que parece más enfocado en el beneficio inmediato que en el bienestar de la comunidad. Entre gritos y pancartas, las historias personales emergen, recordándonos que detrás del turismo hay vidas reales.
Una protesta que resuena
Un grupo de turistas alemanes se unió a esta lucha local, mostrando su solidaridad con los habitantes que sufren las consecuencias del monocultivo turístico. «No queremos ser parte del problema; estamos aquí para apoyar”, afirmaba uno de ellos mientras sostenía una pancarta. Las calles estaban llenas de energía y determinación, con cada persona sintiendo el peso de la situación.
La manifestación no fue solo un grito al aire; era un llamado urgente a las autoridades: “Saliremos hasta que nos escuchen, hasta que comprendan que esto no puede seguir así”. La frase resonó entre los asistentes, creando una conexión palpable entre todos los presentes.
Mientras tanto, algunos políticos como Vox intentaban desviar la atención hacia otros temas menos urgentes. Pero la comunidad tiene claro lo que está en juego: su hogar y su futuro. Y así, con cada paso dado en las calles de Palma, se reafirma una convicción compartida: el cambio es posible, siempre y cuando sigamos luchando juntos.