Cultura

Roberto Rizzi-Brignoli: La profundidad de los personajes en ‘Don Pasquale’

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Roberto Rizzi-Brignoli, un nombre que resuena con fuerza en el mundo de la ópera, nos invita a adentrarnos en su visión de ‘Don Pasquale’, la obra maestra de Donizetti que se presentará en el Teatre Principal de Palma desde este miércoles hasta el 21 de junio. En una conversación cercana y apasionante, Rizzi-Brignoli comparte su enfoque sobre cómo cada cantante debe ser capaz de reflejar la psicología de su personaje.

Un viaje emocional a través del humor

Al hablar sobre esta ópera, Roberto destaca lo especial que es para él: “Es una obra malincómica”, dice, dejando claro que combina genialmente la comedia con momentos profundamente humanos. ¿Cómo no reírse al ver a un hombre mayor como Don Pasquale intentando parecer joven para conquistar a una mujer? Pero detrás de esa comicidad hay una soledad palpable. Esa mezcla entre risa y reflexión es lo que convierte esta obra en algo tan único.

Ciertamente, Donizetti escribió esta pieza en un abrir y cerrar de ojos; solo le tomó once días. “La inspiración no espera”, reflexiona Rizzi-Brignoli. Lo interesante es cómo este autor define a sus personajes musicalmente, anticipando lo que vendría después con Verdi. Y aunque algunos puedan pensar en las similitudes entre Don Pasquale y las tradiciones teatrales italianas anteriores, él enfatiza que hay mucho más aquí que simples estereotipos.

A medida que charlamos, me habla del uso innovador del sonido: “La orquesta no solo acompaña, ¡participa!”, menciona entusiasmado. Con solos destacados para el violonchelo y la trompeta, la música se convierte en un protagonista esencial dentro del drama.

No podemos olvidar cómo trata las voces; los cantantes deben tener habilidades excepcionales ya que Donizetti adaptaba las partituras a quienes tenía cerca. “No basta con cantar bien; tienen que profundizar en el alma del personaje”, recalca Roberto, subrayando así la importancia de dar vida al espíritu detrás de cada nota.

A medida que nuestro diálogo avanza hacia su próximo proyecto con Wagner, Roberto revela: “Son dos mundos diferentes”. Sin embargo, se siente emocionado por este reto; trasciende estilos mientras busca ese sonido propio que lo caracteriza como director.

Y así nos encontramos ante un director cuya pasión por la música comenzó con un viejo piano regalado por unos amigos y ha crecido enormemente desde entonces. Su camino está lleno de decisiones cruciales y maestros inspiradores. Con una sonrisa pícara comenta sobre dirigir sin batuta: “Con las manos puedo transmitir mucho más”. Definitivamente estamos ante alguien cuya conexión con la música va más allá de lo superficial; aquí hay corazón.

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