En las calles de Palma, un fenómeno silencioso se ha convertido en el grito de auxilio de quienes buscan un hogar. Carlos Pascual es uno de esos residentes que ha decidido alzar la voz, colgando carteles en busca de una vivienda asequible. «Soy mallorquín y buscamos casa para comprar mi mujer y yo. No podemos pagar a precio de guiri», reza su mensaje, un reflejo del desasosiego que siente la comunidad ante la escalofriante realidad del mercado inmobiliario.
Un clamor por dignidad
Los carteles están por todas partes, desde la Avinguda Argentina hasta los rincones menos transitados. Carlos explica con frustración: «No queremos tratar con especuladores, solo con personas honestas que entiendan nuestra situación». La angustia se siente palpable, sobre todo cuando menciona cómo hace apenas cinco años los pisos rondaban los 130.000 euros y ahora superan los 350.000. «¿Qué ha pasado? Todo se ha disparado», lamenta mientras trabaja en Switch People, un pequeño comercio en Santa Catalina.
A su lado, su pareja, profesora destinada a Ibiza, le lanza una sugerencia: «¿Y si nos vamos a Canarias?» Pero Carlos responde con firmeza: «Soy más mallorquín que la sobrasada». Esta pasión por su tierra se mezcla con el desencanto hacia los políticos: «Todos culpables», dice sin dudarlo.
A medida que avanzamos en este relato de desesperanza compartida, encontramos a otros como Andreas Fritzen, quien tras ocho años viviendo en Palma se enfrenta al desalojo inminente de su hogar. Su historia es otra más en el mosaico trágico de esta crisis; busca desesperadamente un alquiler asequible entre condiciones indignantes y precios abusivos que parecen sacados de una película surrealista.
El drama no termina ahí; cada vez más familias sienten que deben abandonar lo que han llamado hogar. Muchos recurren a las redes sociales para buscar soluciones mientras ven cómo sus sueños se desmoronan ante una burbuja inmobiliaria insostenible. La desesperación está clara: ¡esto no puede seguir así!
Carlos y Andreas son solo dos voces entre muchas otras clamando por cambios reales y urgentes antes de que sea demasiado tarde. Este malestar social va creciendo y es probable que pronto veamos a más personas levantarse contra esta situación injusta que está sacudiendo los cimientos mismos de nuestra comunidad.