En la madrugada del 13 de junio, el cielo sobre Irán se iluminó con el eco de explosiones. Israel lanzó un masivo bombardeo, atacando decenas de instalaciones vinculadas a su programa nuclear y otros puntos estratégicos. Según el portavoz del Ejército israelí, Effie Defrin, más de 200 aviones de combate se desplegaron en esta ofensiva, bombardeando más de 100 objetivos con una impresionante cantidad de municiones.
Poco después de que se dieran las primeras detonaciones, la respuesta iraní no tardó en llegar. Con un despliegue aéreo que sorprendió a muchos, Irán utilizó sus drones kamikaze Shahed para contraatacar. Estos aparatos han dejado huella en conflictos recientes, como el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania. Y es que aunque muchos piensan que estos drones son solo una novedad tecnológica, su capacidad para causar estragos es innegable.
Los Drones Shahed: Tecnología letal al servicio del conflicto
El diseño y funcionamiento de los drones Shahed son fascinantes. Desarrollados por la compañía Shahed Aviation Industries, cada uno pesa alrededor de 200 kilos y mide 3,5 metros de longitud con una envergadura cercana a los 2,5 metros. Se lanzan desde remolques y utilizan un potente propulsor cohete para elevarse rápidamente.
Una vez en vuelo, estos drones pueden alcanzar velocidades cercanas a los 185 km/h, lo que les permite cubrir distancias entre 900 y 2.500 kilómetros sin problemas. Su capacidad para atacar objetivos individuales o lanzar ataques coordinados desde plataformas es lo que realmente marca la diferencia en este tipo de enfrentamientos.
A nivel visual, los drones tienen forma de ala delta y están equipados con una ojiva explosiva frontal junto a un sistema óptico para guiar su trayectoria. Sin duda alguna, están diseñados para maximizar su eficacia en situaciones críticas.
Así las cosas, mientras el conflicto sigue evolucionando, queda claro que estamos ante un nuevo capítulo donde la tecnología militar juega un papel crucial.