En una madrugada marcada por la tensión, el Ejército de Israel ha hecho pública la noticia de que sus ataques han llegado hasta la instalación nuclear de Natanz, ese complejo que muchos consideran el corazón del programa atómico iraní. La operación no solo se centró en las centrifugadoras de uranio, sino que también afectó a toda la infraestructura que es esencial para mantener estas instalaciones en funcionamiento.
Un ataque calculado y preciso
Las Fuerzas de Defensa de Israel no han tenido reparos en afirmar: «Hemos atacado el sitio de enriquecimiento de uranio en Natanz, el más grande del país”. Y así lo hicieron saber a través de su cuenta oficial en la red social X, acompañando su mensaje con imágenes satelitales donde se marcan en rojo las zonas impactadas. Entre ellas, una sección subterránea que alberga una sala con varias plantas repletas de centrifugadoras y otros componentes eléctricos críticos.
Según lo explicado anteriormente por las autoridades iraníes, esta sala está ubicada a unos 50 metros bajo tierra y protegida por un robusto escudo de cemento que mide siete metros. Pero eso no ha detenido a Israel; han señalado también haber golpeado otras infraestructuras vitales del sitio, elementos clave para que el régimen iraní continúe avanzando hacia sus objetivos nucleares.
A medida que los ecos del bombardeo resuenan en la comunidad internacional, queda claro que este conflicto sigue escalando. ¿Hasta dónde llegaremos? La incertidumbre se cierne sobre todos nosotros mientras esperamos respuestas y soluciones ante una situación tan crítica.