Anna Romeu, psicóloga de Vilafranca del Penedés y autora del revelador libro ‘Soy sensible’, nos ofrece una mirada fresca sobre un tema que muchos prefieren ignorar. Ella misma lo dice: “La alta sensibilidad no es una patología, sino simplemente una manera de ser”. En un mundo donde las etiquetas parecen ser la norma, Anna se atreve a desafiar esta idea con pasión y convicción.
Rompiendo mitos sobre la sensibilidad
En su libro, Anna argumenta que muchas veces fabricamos pacientes al ponerles etiquetas. ¿Y qué hay de esa calificación que algunos hacen a las personas altamente sensibles, tachándolas de lloronas o exageradas? Lo cierto es que hasta un 30% de la población puede sentirse así y no hay nada malo en ello. Como ella misma menciona, todos somos sensibles, pero los matices marcan la diferencia.
No se trata de un diagnóstico médico; el cerebro funciona igual para todos. Sin embargo, quienes son altamente sensibles tienen esa peculiaridad de sentir más intensamente. A menudo se encuentran atrapados en sus pensamientos y eso puede llevar a situaciones complicadas. Anna alerta sobre el riesgo del consumo de sustancias como forma de desconectar. En palabras suyas: “Las personas altamente sensibles pueden usar comportamientos adictivos para evadirse”.
A pesar de su empatía desbordante hacia los demás, también necesitan su espacio personal. Combinar estas facetas puede resultar un auténtico desafío. Nos invita a reflexionar sobre cómo nuestro entorno puede presionar a quienes son más sensibles y lo difícil que es manejar esas expectativas sociales.
A medida que profundizamos en su obra, descubrimos que Anna también ha desarrollado herramientas prácticas como el mindfulness para ayudar a gestionar esas emociones intensas. Su conclusión es clara: conocerse uno mismo es fundamental para vivir en armonía con este rasgo tan particular.