Cuidar nuestra higiene personal es más que una cuestión de limpieza; es un pilar fundamental para sentirnos bien y evitar enfermedades. A veces, en el ajetreo diario, dejamos de lado algunas prácticas sencillas que pueden marcar la diferencia. Hoy vamos a hablar sobre esos trucos de higiene infravalorados que todos deberíamos poner en práctica.
Consejos prácticos para una mejor higiene
En primer lugar, no podemos olvidar lo esencial: lavarnos las manos al menos 20 segundos. Aunque la pandemia nos hizo más conscientes de ello, este hábito debería ser parte de nuestra rutina diaria. Nos ayuda a deshacernos de gérmenes y bacterias que andan por ahí.
Y hablando de cosas cotidianas, ¿alguna vez te has preguntado por qué es tan importante bajar la tapa del inodoro antes de tirar de la cadena? Cuando hacemos nuestras necesidades y tiramos de la cadena sin hacerlo, corremos el riesgo de salpicarnos con gérmenes. ¡Mejor prevenir que lamentar!
No olvidemos nuestro ombligo. Sí, has leído bien. Mantenerlo limpio es vital porque se pueden acumular hasta 2.300 tipos diferentes de bacterias allí. Por lo tanto, un poco de atención nunca está demás.
Además, si usas desodorante (cosa que todos deberíamos hacer), recuerda aplicarlo solo cuando tu cuerpo esté limpio después de la ducha. Si lo haces con sudor o suciedad en la piel, puede irritarte e incluso no funcionar como esperabas.
Nuestros teléfonos son pequeños imanes para los gérmenes debido al contacto constante con nuestras manos y cara. Así que no está demás limpiarlo con un paño desinfectante regularmente; aunque seamos sinceros: pocos lo hacen.
No olvides secar bien tus pies tras salir de la ducha antes de ponerte los calcetines. La humedad es un caldo perfecto para hongos y bacterias, ¡y no queremos eso!
Aprovecha también cada día para ventilar tu casa; esto mejora el aire y elimina partículas molestosas que pululan en el ambiente.
Piénsalo así: usar toallas separadas para tu cara y cuerpo puede parecer trivial, pero evita transferir bacterias entre distintas partes del cuerpo.
Ducharse incluye limpiar todo el cuerpo: ¡no te olvides los pies! Frotarlos bien con agua y jabón evita olores desagradables.
No basta con cepillarse los dientes; cuida también tu lengua y encías para asegurar una boca limpia y libre de restos alimenticios.
Cambiar las fundas de almohada cada dos o tres días es crucial, especialmente en verano; ¡tu rostro merece ese cuidado extra!
Y tras cada comida, no subestimes el poder del enjuague bucal: ayuda a mantener lejos las caries.