Francesca Rosa Rosal se ha convertido en una voz que resuena en nuestra comunidad. Con sus palabras cargadas de emoción, nos comparte su experiencia: “Encara no me n’he anat i ja m’enyor”. Y es que, ¿quién no ha sentido esa mezcla de nostalgia y tristeza antes de decir adiós? En un momento donde las cosas parecen complicarse, sus sentimientos son el reflejo de muchos de nosotros.
El tren y su lamentable estado
Mientras tanto, los usuarios del tren no pueden más. La situación es insostenible. Se levantan voces que claman por un servicio digno. “És incapaç d’oferir un transport públic eficient, amable i de qualitat”, exclama uno de ellos, poniendo el dedo en la llaga sobre un problema que nos afecta a todos. Es hora de abrir los ojos y dejar atrás esa idea del monocultivo turístico que tantas veces hemos criticado.
No podemos ignorar lo que está pasando a nuestro alrededor. Desde la requalificació exprés impulsada por PP y Vox hasta la reciente obligación de desalojo en la playa d’Illetes por culpa de una manta gigante… El panorama es desolador y merece nuestra atención.
En este contexto, el testimonio de Francesca se convierte en un grito compartido por quienes sienten que algo se está perdiendo. No solo es su historia; es la nuestra también.