En el corazón de Camp d’en Serralta, Palma, se ha desatado una nueva ola de indignación entre los residentes. Un grupo de personas ha decidido hacer de un local anexo a lo que alguna vez fue una oficina bancaria su hogar. Y lo han hecho cerrándolo con candado y dejando a la vista un mar de suciedad que no pasa desapercibido para nadie.
Inseguridad y molestias en el vecindario
Los habitantes del bloque superior y las viviendas cercanas no pueden evitar sentir malestar. Los ruidos son constantes y el comportamiento de estos nuevos inquilinos deja mucho que desear. La Policía Local, aunque tiene su cuartel muy cerca, ya ha tenido que intervenir en varias ocasiones debido a esta situación que parece repetirse como un mal sueño. Antes, esa misma zona había sido objeto de okupaciones, incluso con intentos fallidos de tapiar los lugares afectados.
Los vecinos cuentan cómo las tardes y noches se vuelven especialmente incómodas. La sensación de inseguridad crece al ritmo del escándalo proveniente del local ocupado. Además, ya lidian con otros problemas relacionados con el ruido generado por locales de ocio y apartamentos turísticos en alquiler. Es un cóctel explosivo donde la okupación se suma a las inquietudes diarias.
En este contexto, hay quienes viven justo al lado del local invadido; ellos también tienen su propia historia. Algunos forman parte de una misma unidad familiar y han expresado su frustración por la falta de respeto y consideración hacia todos ellos. Entre paredes finas comparten la angustia por la situación que les rodea.