MADRID, 2 Jun. (EUROPA PRESS) – En las últimas 24 horas, la violencia ha dejado al menos 18 muertos en Siria, una tragedia más que se suma a la larga lista de sufrimientos de un pueblo cansado de la guerra. Los datos, recopilados por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, revelan un panorama desgarrador. Dos jóvenes drusos han sido ejecutados apenas tres días después de ser detenidos por las nuevas autoridades en Qatana, cerca de Damasco. La injusticia no para: un médico también ha sido asesinado en esa misma área, víctima del sectarismo que sigue dividiendo al país.
Un ciclo sin fin
En Derá, el antiguo comandante del Ejército Libre Sirio, Maher al Labad, su hijo y otro hombre han perdido la vida tiroteados por atacantes desconocidos que llegaron en coche a Al Sanamain. Y como si esto no fuera suficiente dolor, un estudiante universitario ha caído víctima de balas perdidas durante un enfrentamiento entre bandas armadas en esa misma ciudad.
Alepo también llora; allí un profesor universitario alauí fue abatido por hombres armados que iban en motocicleta. Mientras tanto, en Salmiya, una milicia paramilitar se adentró en una casa y ejecutó a su morador. En Badia, cerca de Palmira, se han encontrado los restos de tres personas más y también el cadáver de un joven desaparecido desde hace más de un mes en Damasco.
La tragedia continúa con la muerte de tres niños a causa de una mina terrestre explosiva en Al Mariya y con la pérdida reciente de una niña gravemente herida cuando su hogar fue tiroteado en Hama. Por último, otro joven ha sido asesinado durante una disputa económica en Montazá, Latakia. Este clima infernal nos recuerda que cientos de alauíes fueron masacrados el pasado marzo por fuerzas leales al régimen.
Siria vive bajo el dominio opresor del líder yihadista Ahmed al Shara desde que derrocaron a Bashar al Assad hace casi cuatro años. La historia reciente del país es un recordatorio brutal del sufrimiento humano mientras luchan por recuperar lo que alguna vez fue su hogar.