La tranquilidad de la Platja de Palma se vio interrumpida el pasado 19 de mayo cuando agentes de la Policía Nacional, camuflados entre la multitud, detuvieron a cuatro ladrones que estaban al acecho de turistas desprevenidos. Estos jóvenes, con edades que oscilan entre los 18 y 21 años, junto a un menor, fueron sorprendidos en plena acción, como si estuvieran protagonizando una película delictiva.
Los policías, atentos y perspicaces, notaron cómo estos chicos rondaban las pertenencias de los bañistas. La experiencia les había enseñado a reconocer esa actitud: tres eran argelinos y ya tenían antecedentes por otros robos similares. Mientras dos de ellos simulaban pasear tranquilos por el paseo marítimo, el cuarto se dedicaba a vigilar desde la arena.
El momento decisivo
En un giro inesperado del relato, uno de los jóvenes se aproximó a un bulto sospechoso y sacó algo que luego arrojó al suelo. Pero no contaba con que uno de los agentes lo interceptara justo en ese momento. Al verse acorralado, este delincuente mostró su verdadera cara: intentó huir levantando el puño como si eso fuera a intimidar al policía.
Aunque su intento fue en vano, pues entre sus pertenencias se encontró un móvil y dinero en efectivo; objetos que había sustraído sin ningún tipo de remordimiento mientras unos turistas disfrutaban del agua. Los agentes también localizaron una cartera con documentación perteneciente a la víctima.
Tras dar aviso y realizar varias batidas por la playa, finalmente lograron identificar al perjudicado, quien reconoció sin dudarlo sus pertenencias. El hombre desbloqueó el teléfono del ladrón ante la mirada atenta de los efectivos. Dos de estos jóvenes ya habían sido cazados antes cometiendo fechorías similares.