Josep Maria Llompart de la Peña, nacido en 1925 y fallecido en 1993, fue mucho más que un simple escritor o crítico literario. Era una voz potente y comprometida con la defensa de la cultura, la lengua y la identidad de nuestro país en unos años difíciles marcados por el franquismo y la transición. Su compromiso cívico estaba profundamente arraigado en una idea clara: todos somos responsables de nuestra cultura y nuestra historia. En lugar de ver la cultura como un refugio para unos pocos privilegiados, Llompart transformó esa visión y convirtió su obra en una herramienta de resistencia y reconstrucción nacional.
Un presidente que marcó el camino
Entre 1976 y 1983, tuvo el honor de presidir l’Obra Cultural Balear (OCB), asumiendo el relevo de otro gran defensor del país, Climent Garau Arbona. Durante su mandato, Llompart se erigió como una figura clave en la lucha por normalizar el uso del catalán en las Islas Baleares. En sus propias palabras: “L’Obra Cultural Balear no és només una entitat cultural: és la veu d’un poble que vol continuar essent”. Su firmeza se tradujo en acciones concretas; bajo su liderazgo, OCB se consolidó como un referente para defender los derechos lingüísticos y culturales.
Aunque nació en una familia castellanoparlante de origen militar, hizo del catalán su lengua de vida. Este cambio vital simboliza su rechazo al régimen franquista; no era un hombre de palabras vacías, sino alguien con convicciones firmes. Al repasar su trayectoria es sorprendente cómo logró unir su labor intelectual con activismo cultural y político.
Llompart no solo fue poeta; era también un ferviente activista cívico que dedicó su prestigio a causas colectivas. A través de su poesía, edición e incansable trabajo como traductor e historiador literario, cimentó la cultura catalana a lo largo del siglo XX. Y cuando clamaba “català, català, català” desde el escenario durante una masiva manifestación por autonomía en 1977, encarnaba el coraje del pueblo mallorquín.
A día de hoy, su lealtad a la lengua catalana es un faro indispensable frente a los constantes intentos de fragmentación e ataque hacia nuestra identidad cultural. Nos dejó claro que la lengua es más que comunicación; es el pilar fundamental sobre el cual construimos nuestra cultura. Con cada palabra nos advertía: “Si esta pared cae, todo se derrumba”. Hoy recordamos a Llompart no solo por nostalgia sino como un acto necesario para seguir luchando por nuestros derechos lingüísticos.
Cien años después de su nacimiento, su voz sigue resonando nítida ante los desafíos actuales que enfrentan los hablantes catalanes. Celebrar este Año Llompart es mucho más que conmemorar; es una invitación a vivir nuestra cultura con compromiso y a construir juntos un proyecto colectivo basado en nuestras raíces lingüísticas.