En el corazón de Palma, la realidad es que la policía de barrio se siente más como un decorado que como una solución real. “No tiene sentido que exista tal y como funciona”, nos dice un vecino cansado de ver cómo su comunidad queda a merced de situaciones que deberían ser atendidas con urgencia. Y es que aquí, en el Carnatge, los habitantes sienten que hay un abandono total. “Si esto estuviera en cualquier otra parte, lo cuidarían como si fuera oro”, lamentan.
Un parque olvidado y un turismo mal enfocado
Mientras tanto, la administración sigue adelante con reformas millonarias del parque de la Mar, pero los ciudadanos se preguntan: ¿y nosotros? La promoción incesante para atraer turistas a través de la gastronomía parece ignorar las necesidades básicas del barrio. Cort planea incluso construir un nuevo aparcamiento soterrado en Gesa. ¿Pero para quién? Los residentes sienten que su voz se ahoga entre planes políticos y propuestas vacías.
Y así va este ciclo. Entre historias desgarradoras como las de Juan Cruz, quien comparte con sinceridad su lucha diaria, y las decisiones gubernamentales descoordinadas, parece evidente que hay algo muy fallido en este sistema. “No quiero hacer productos solo para generar dinero”, afirma uno de los emprendedores locales, reflejando ese deseo genuino por construir una comunidad más sólida.
En definitiva, Mallorca necesita atención real, no promesas vacías. Es hora de dejar atrás el monocultivo turístico y empezar a cuidar lo que realmente importa: nuestra gente y nuestros barrios.