MADRID, 22 de mayo. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha decidido tirar por la borda lo que dictó el Tribunal Supremo y ha nombrado a David Zini como nuevo jefe del servicio de Inteligencia Nacional, conocido como Shin Bet. Esto ocurre justo un día después de que el tribunal considerara «ilegal» la destitución de su predecesor, Ronen Bar, indicando que no se podían hacer nuevos nombramientos bajo esas circunstancias. Pero parece que a Netanyahu no le importa demasiado lo que opine la justicia.
En un comunicado, la oficina del primer ministro destacó los logros de Zini: fue comandante del Batallón 51 en la Brigada Golani y lideró unidades especiales como la Egoz. Sin embargo, estas credenciales no han silenciado las críticas. La fiscal general, Gali Baharav-Miara, ha sido clara: acusa a Netanyahu de actuar «en contravención» del fallo del Supremo y advierte sobre un posible «conflicto de intereses» en todo este asunto.
Aplausos desde la extrema derecha
El ministro de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, no se ha hecho esperar y celebró el nombramiento con entusiasmo, describiendo a Zini como «un combatiente aguerrido». En redes sociales dejó claro que según la ley es solo el primer ministro quien tiene esa autoridad para realizar estos nombramientos.
Poco antes, el Tribunal había señalado que Netanyahu había incurrido en un grave conflicto de intereses al destituir a Bar en medio del escándalo del ‘Qatargate’, acusándolo incluso de falta de fundamentos para su decisión. La oposición y muchos ciudadanos han criticado esta medida; consideran que fue una represalia debido a investigaciones relacionadas con corrupción entre el Gobierno y Hamás.
Mientras tanto, Netanyahu defendió su decisión señalando fallos en seguridad durante los ataques de Hamás del 7 de octubre pasado. Sin embargo, Bar ha dejado claro que su despido se debió más bien a exigencias personales por parte del primer ministro; él mismo lo llamó una cuestión de lealtad total ante posibles crisis constitucionales.