Las Baleares han vivido un abril lleno de sorpresas, y no precisamente buenas. Con un incremento del 72% en el número de cruceristas que desembarcaron en nuestras islas, la cifra ha alcanzado la impresionante cantidad de 257.633 visitantes. Pero, ¿qué implica realmente este crecimiento?
Crecimiento desmedido y sus consecuencias
Mientras algunos celebran esta oleada turística, otros nos preguntamos si estamos tirando a la basura lo que queda de nuestra esencia. La llegada masiva de turistas parece una bendición para algunos, pero es un verdadero dolor de cabeza para los que vivimos aquí. Booking, por ejemplo, ha decidido retirar 245 anuncios de alquiler turístico ilegal en Eivissa, algo que pone de manifiesto la presión que sufrimos.
No obstante, no todo es negativo. Algunos propietarios están aprovechando el momento: se estima que un 30% de ellos tienen más de una propiedad destinada al alquiler turístico. Mientras tanto, hay quienes cuestionan si este monocultivo turístico vale la pena a largo plazo.
A medida que seguimos observando cómo se transforma nuestra tierra, voces como las de Juan Cruz resuenan con fuerza: «No queremos hacer un producto que genere solo dinero». Son palabras que invitan a reflexionar sobre hacia dónde queremos dirigirnos como comunidad.