En una reunión cargada de tensión, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dirigió este miércoles a su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, demandando una «explicación» sobre lo que él califica como «persecución» y «genocidio» hacia la minoría afrikáner en Sudáfrica. Esta preocupación surge después de que Washington otorgara estatus de refugiados a varias familias afrikáners.
Desde el emblemático Despacho Oval, Trump no dudó en mostrar su inquietud: “Hay muchísima gente muy preocupada por Sudáfrica (…) mucha gente que se siente perseguida”. Sin embargo, Ramaphosa tomó la palabra para recordar que entre su delegación hay varios afrikáners, incluido su ministro de Agricultura, John Henry Steenhuisen. Y es que el presidente sudafricano dejó claro: “Si hubiera habido un genocidio de agricultores afrikáneres, puedo apostar que estos caballeros no estarían aquí”.
Un encuentro inesperado
A pesar del tono directo y crítico de Trump, Ramaphosa respondió mostrando datos y evidencias que contradicen esta narrativa. De hecho, cuando Trump le enseñó un vídeo sobre la supuesta persecución, el líder sudafricano replicó: “Me gustaría ver dónde es eso; porque no lo había visto”. Además enfatizó que las estadísticas muestran que más personas negras mueren debido al crimen en Sudáfrica.
No obstante, Trump insistió en su postura afirmando que los granjeros afrikáners son “no son negros”, subrayando así una clara división racial. Mientras tanto, el mencionado vídeo fue compartido por la Casa Blanca en redes sociales y mostraba a figuras políticas como Julius Malema cantando canciones polémicas relacionadas con los afrikáners.
La conversación dio pie a debates más amplios sobre las injusticias históricas del apartheid. Ramaphosa defendió las reformas agrarias implementadas por su gobierno para redistribuir tierras afectadas por décadas de discriminación. “Nuestra Constitución garantiza y protege la inviolabilidad de la propiedad de la tierra”, aseguró ante un público expectante.
A medida que avanza esta discusión internacional sobre derechos humanos y desigualdad histórica, nos queda claro que el camino hacia una reconciliación real está aún lleno de desafíos.