En una historia que parece sacada de una novela, tenemos un nuevo capítulo oscuro en la relación entre humanos y animales. Este es el caso de un hombre que, tras ser absuelto por matar a hachazos a una yegua en Pollença, ha vuelto a encontrarse en el ojo del huracán, esta vez por sacrificar a un perro al que creía enfermo de leishmaniosis.
Durante la vista previa del juicio celebrada en Vía Alemania, la jueza de lo Penal número 2 de Palma dejó claro que «no existen indicios suficientes para condenar al acusado por el delito de maltrato animal con resultado de muerte». Una frase que resuena con fuerza entre aquellos que abogan por los derechos de los animales. El fiscal, que no se quedó atrás, pedía una condena de un año y ocho meses para este hombre defendido por Adolfo Fernández.
La historia detrás del sacrificio
Todo comenzó cuando este individuo se hizo cargo temporalmente de un border collie que encontró en su finca. Pensando ingenuamente que sus dueños vendrían a recogerlo, fue contactado por el Seprona, quienes le aconsejaron llevar al can al veterinario debido a ciertos síntomas preocupantes. En mayo, tras visitar al veterinario, se enteró que la enfermedad no tenía cura y el tratamiento podría ser muy costoso.
Ante esta situación desesperante, decidió optar por la eutanasia. Y aquí es donde las cosas se complican: el veterinario no puso ningún impedimento, aunque no se había verificado oficialmente si realmente el perro padecía la enfermedad mediante análisis previos. La jueza también apuntó que no estaba claro si él era realmente el propietario del perro y mencionó la posibilidad de error en el diagnóstico del veterinario.
Ciertamente, esto deja muchas preguntas flotando en el aire sobre cómo manejamos nuestras responsabilidades hacia los seres vivos. En un mundo donde deberíamos proteger a nuestros compañeros peludos, ¿realmente hemos perdido el rumbo?