En un día que parecía destinado a ser la fiesta de Nissan en su propia casa, el belga Stoffel Vandoorne se llevó la gloria inesperada al lograr su primera victoria con Maserati. La carrera, marcada por la lluvia y un caos generalizado, se convirtió en un espectáculo digno de recordar.
La lluvia cambia el juego
Las calles de Tokio se transformaron en una pista resbaladiza donde todo podía pasar. Tras la suspensión de la clasificación por las inclemencias del tiempo, Oliver Rowland partió desde la pole position gracias a su buen rendimiento durante los entrenamientos. Pero lo que siguió fue un torbellino de emociones. Con una estrategia brillante y algo de suerte, Vandoorne supo jugar sus cartas para salir victorioso tras partir desde el 14º puesto.
“Nos vinieron bien las banderas en pista y la estrategia funcionó”, confesó el piloto tras cruzar la meta. Esa estrategia incluyó una gestión inteligente de la energía al inicio para abrirse paso antes del crucial Pit Boost. Y cuando entró a boxes antes que nadie, ¡la fortuna le sonrió! Un Safety Car le permitió aprovechar esa ventaja acumulada.
A pesar de algunos errores, como un trompo que lo hizo sudar frío mientras lideraba con ventaja, logró mantener su posición hasta el final. “Hice también un par de errores”, añadió riendo ante lo surrealista de esa jornada tan llena de sorpresas.
Por otro lado, Rowland no pudo dedicarle ese triunfo a su fervorosa afición bajo la lluvia: “Hicimos todo lo posible; es parte del juego”, reflexionó con resignación. Aún así, conserva el liderato en el campeonato eléctrico, acercándose cada vez más al título que tanto anhela.
No olvidemos mencionar a Taylor Barnard, quien completó el podio sorprendiendo una vez más con su desempeño al volante del McLaren.
A medida que continuamos este emocionante fin de semana en Tokio, nos preparamos para otra carrera mañana. La expectativa es alta y las condiciones parecen prometer un espectáculo completamente diferente sin lluvia y sin paradas para recargar. ¡Esto está lejos de haber terminado!