Marina Perezagua, una sevillana con alma de escritora, nos sorprende con ‘Luna Park’, su más reciente colección de cuentos. Tras dos décadas en la vibrante, pero desgastada, Nueva York, decide despedirse y reflexionar sobre lo que ha sido su hogar. En una conversación íntima, Marina no se corta al afirmar que “Nueva York no es que sea decadente; es que ya es el tercer mundo, por no decir el cuarto”. ¿Quién puede negar la cruda verdad detrás de esas palabras?
La ciudad que devora y escupe
A través de los relatos en ‘Luna Park’, ella explora esa metrópoli que primero te enamora y luego te consume. “Es un lugar donde lo bueno parece un premio y lo malo una condena”, dice citando al gran Colson Whitehead. Con cada cuento, Marina no solo cuenta historias; está dando voz a sus miedos y preocupaciones sociales. Racismo, soledad y la angustia constante del día a día son temas recurrentes.
El desencanto crece cuando menciona cómo la seguridad se ha desvanecido en las calles neoyorquinas. Una amiga le envió un video impactante: cuatro policías disparando a un indigente con un cuchillo. “Así está Nueva York ahora”, confiesa con tristeza. A pesar de quienes todavía alaban la ciudad como maravillosa, para ella ya no compensa vivir allí.
‘Luna Park’ también toca la maternidad desde una perspectiva crítica. Marina pone en tela de juicio el concepto de madre arrepentida: “Siempre supe lo que significa ser madre; nunca pensé que sería fácil”. Aporta una visión honesta sobre las realidades difíciles del cuidado infantil mientras desenmascara la idealización errónea de la maternidad.
No hay duda de que el parque de atracciones Coney Island simboliza algo más profundo en su obra; representa un mundo que sigue girando aunque ya esté roto. ¿Cómo puede alguien aferrarse a esa idea idealizada de Nueva York cuando ni siquiera existe? Y aquí entra Trump en escena: “Si me escucha, me quita la ciudadanía”, bromea Marina mientras critica abiertamente su administración.
En medio del caos académico y cultural, siente como si todo lo aprendido estuviera desapareciendo lentamente bajo una capa de censura e imposición ideológica. Su lucha por mantener viva la voz diversa dentro del ámbito académico resuena con fuerza.
Perezagua no solo escribe porque sí; busca cuestionar y desafiar los problemas actuales con valentía. Así es como transforma sus experiencias personales en narrativas poderosas llenas de verdad.