El pasado miércoles, en un rincón caluroso de Arabia Saudí, Donald Trump se reunió con Ahmed al Shara, el presidente de transición de Siria. Un encuentro que no solo marcó la primera vez que líderes de ambos países se ven las caras en 25 años, sino que también se produjo justo después de que Trump anunciara la retirada de sanciones a Damasco. ¿Y qué significa esto? Un giro inesperado en la política estadounidense.
Un momento histórico y sus implicaciones
Según fuentes oficiales consultadas por ‘The New York Times’, esta reunión duró cerca de media hora y tuvo lugar minutos antes de que el presidente estadounidense se reuniera con representantes del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG). Pero eso no es todo; por videoconferencia también participaron Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, y Mohamed bin Salmán, príncipe heredero saudí. En este contexto tan complejo, Erdogan destacó lo “histórico” que es este paso hacia Siria y expresó su apoyo al país en su lucha contra organizaciones terroristas como el Estado Islámico.
Aún así, hay un trasfondo complicado: Al Shara no es solo un líder político; también encabeza Hayat Tahrir al Sham (HTS), un grupo considerado terrorista por Washington. De hecho, hace poco más de un año Trump anunció la retirada de una recompensa millonaria por información sobre él. Este nuevo acercamiento plantea muchas preguntas sobre cómo será el futuro político en Siria.
A medida que las autoridades sirias reclaman una mayor cooperación internacional y la eliminación definitiva de sanciones, el nuevo Gobierno está intentando mostrarse comprometido con una transición pacífica y los derechos humanos. Sin embargo, las preocupaciones son palpables. Después de catorce años de conflicto devastador, muchos observadores internacionales temen un posible deslizamiento hacia una mayor represión bajo el control yihadista.