El pasado 28 de abril, España vivió un apagón que dejó a muchos con la luz apagada y las emociones al límite. En un instante, hogares, hospitales y comercios se encontraron a oscuras, incluso los semáforos se detuvieron como si el tiempo hubiera decidido parar. Este suceso nos hizo reflexionar sobre cómo un simple desequilibrio entre la demanda y la generación de electricidad puede provocar tal desbarajuste. Y aunque Red Eléctrica sigue investigando qué pasó exactamente, ya podemos extraer algunas lecciones de esta experiencia.
Un momento para aprender y mejorar
A medida que la recuperación del suministro eléctrico avanzaba de forma desigual por el país, muchas personas se vieron obligadas a esperar más de lo esperado para volver a tener luz. Mientras algunos volvían a disfrutar de sus comodidades en pocas horas, otros tuvieron que resignarse hasta el día siguiente. Pero no todo fue negativo; este apagón también sacó lo mejor y lo peor de nosotros: desde quienes salieron a compartir buenos momentos con sus vecinos hasta aquellos que arrasaron supermercados sin pensar en los demás.
Sin embargo, hay quienes están trabajando para que situaciones como esta no nos pillen tan desprevenidos en el futuro. Hablamos de Libelium, una empresa que está desarrollando soluciones tecnológicas en colaboración con Red Eléctrica para mejorar nuestra resiliencia ante este tipo de crisis. No hablamos solo de prevenir apagones, sino también de cómo actuar más rápido cuando suceden.
Una herramienta esencial es la simulación avanzada de escenarios. «Cuando algo no se prepara bien, siempre hay margen para la improvisación», advierte José Antonio Cabo Valdés, ingeniero responsable en Libelium. En un país como España—una isla energética—es crucial ser autosuficientes porque contamos con poco apoyo externo en situaciones críticas.
Además, gracias a redes de sensores desplegadas en torres eléctricas capaces de monitorizar variables como viento y temperatura ambiental, ahora sabemos cuánto puede soportar cada línea eléctrica sin necesidad de construir nuevas infraestructuras. Así es como convertimos un sistema envejecido en uno optimizado; al fin y al cabo, ¿quién quiere tirar dinero a la basura construyendo nuevas líneas si podemos hacer más con lo que ya tenemos?
Y aquí viene lo interesante: estos sensores siguen funcionando incluso cuando hay cortes eléctricos gracias a sus paneles solares y baterías propias. Durante el apagón del 28 de abril mantuvieron informada a Red Eléctrica sobre qué partes estaban listas para operar nuevamente.
No solo eso; este tipo de tecnologías permiten abrir «carriles invisibles» dentro del sistema eléctrico según las condiciones ambientales. Es decir, si hace frío o hay viento favorable, nuestras líneas pueden transportar mucha más energía sin comprometer su seguridad.
A pesar del caos vivido aquel día, queda claro que España está dando pasos firmes hacia un futuro donde nuestros servicios energéticos sean más eficientes e inteligentes. Y sí: aunque aún hay mucho por hacer, cada pequeño avance cuenta para evitar sorpresas desagradables en el futuro.