En el corazón de Artà, un rincón tranquilo de Mallorca, encontramos a Lenny Zakatek, el que fuera vocalista de The Alan Parsons Project. A sus 77 años, este carismático artista se define como un «dinosaurio del rock» y no se corta al afirmar entre risas que ser una leyenda no le ha hecho ganar mucho dinero. Pero eso no le impide seguir activo en la música con su banda Gonzalez, donde continúa compartiendo su pasión por los escenarios.
Raíces y Recuerdos de Karachi
Nacido en Karachi, Lenny nos cuenta cómo su vida musical comenzó antes incluso de que Pakistán existiera como nación. «Nací nueve días antes de que la ciudad se convirtiera en parte de Pakistán», dice con nostalgia. Su infancia está llena de recuerdos felices, aunque hoy siente una profunda tristeza por el conflicto en la frontera con Cachemira. «La música es un bálsamo, pero estos días son difíciles», confiesa.
Desde pequeño, cantaba y tocaba en bodas y fiestas familiares versiones de Elvis Presley. Con solo 13 años, cruzó el charco hacia el Reino Unido para buscar nuevos horizontes musicales. En los años 70 alcanzó el éxito con Gonzalez, una banda de funk que atrajo incluso al bajista de Queen. Sin embargo, fue bajo el ala de Alan Parsons donde realmente dejó huella en la música.
«Lo más grande que he hecho fue sin duda lo de Alan Parsons Project», admite mientras recuerda éxitos como I Wouldn’t Want To Be Like You. Aunque mantiene una buena relación con Parsons, actualmente cada uno sigue su camino musical.
Poco después decidió reunir a algunos miembros originales para formar The Original Alan Parsons Project Band. La emoción se apodera de él al recordar aquel concierto en Barcelona ante 2.000 personas: «¡Fue increíble!».
Cambio y Reflexión sobre Mallorca
Su primer contacto con Mallorca ocurrió hace 25 años cuando buscaba locaciones para un vídeo musical y encontró su hogar en Artà. Ahora observa preocupado cómo la isla ha cambiado debido a la masificación turística. Con un tono crítico comenta sobre los efectos negativos del fenómeno Airbnb: «Entiendo perfectamente el malestar de los mallorquines; ya no pueden comprar casas porque los precios han subido tanto». Su amor por esta tierra puede estar matizado por esos cambios, pero su afición por la gastronomía local sigue intacta. «Me encanta cualquier pescado fresco», dice mientras escucha a su mujer gritar desde lejos: «¡Paella!».