Cuando damos el salto a la universidad, nos enfrentamos a un mundo nuevo lleno de posibilidades, pero también de retos. Mudarnos a otra ciudad y dejar atrás nuestro círculo habitual puede ser abrumador. Por eso, hacer amigos en clase es clave para comenzar esta aventura. Pero, ¿qué pasa cuando las amistades no son lo que parecen? Eso le ocurrió a Agustina, quien decidió compartir su experiencia con un chico llamado Benja en X, la red social que antes conocíamos como Twitter.
Todo empezó con un mensaje por WhatsApp. Benja le preguntó sobre un examen de matemáticas y aunque ella no estaba interesada en seguir la conversación, él insistió. “Pregunta por el grupo”, fue su respuesta cortante. Sin embargo, Benja no se dio por vencido. Con una confianza sorprendente, le propuso quedar: “¿Podemos hablar tal vez mañana? De cosas de la facultad. ¿Quieres ser mi ‘facuamiga’? No tengo, serías la primera”. Pero Agustina prefirió no contestar.
Una experiencia compartida
A medida que Agustina compartía sus mensajes en línea, algo increíble sucedió: muchas chicas comenzaron a contar sus propias historias bajo el hashtag #facuamiga. Desde acosos directos hasta propuestas inquietantes; todas coincidían en que este tipo de situaciones son más comunes de lo que creemos. Porque al final del día, hay quienes defienden al chico diciendo que solo buscaba una amistad genuina.
Pese a los consejos de bloquearlo y olvidarse del tema, la realidad es más compleja: “Si los bloqueas te hablan desde otras cuentas”, “esto es lo que tenemos que aguantar”, o incluso “no sirve de nada porque siempre te encuentran”. Cada comentario revela el doloroso ciclo que viven muchas mujeres ante este tipo de acoso.