El pasado sábado, Chema Rodríguez vivió lo que podría ser su última aparición con la camiseta del Eibar. Una expulsión tras el partido contra el Mirandés, donde le dijo al árbitro Saúl Ais Reig que era «muy chulo», le ha costado cuatro partidos de sanción. Este golpe no solo significa que su temporada ha llegado a su fin, sino que también pone un punto y aparte en su carrera como armero. Con el contrato a punto de expirar en junio y sin señales de renovación por parte del club, la incertidumbre reina.
Un camino lleno de altibajos
Chemita llegó a Ipurua en un momento crucial, durante la primera temporada del equipo en Segunda División, cedido por el Getafe. Aquella media campaña fue prometedora y el club decidió ficharlo. Sin embargo, los años siguientes han sido una montaña rusa: 11 encuentros ligueros esta temporada y poca confianza tanto con Etxeberria como con Beñat San José.
A sus 33 años, está claro que Chema no se va por la puerta grande que merecía. La falta de continuidad y rendimiento han hecho difícil cualquier posibilidad de renovación. No obstante, es innegable que deja huella; siempre apoyó a sus compañeros desde fuera del campo y su profesionalismo será recordado.
Su último recuerdo con la camiseta armera será ese encuentro ante el Mirandés; una despedida abrupta que nos recuerda lo efímera que puede ser la carrera deportiva. Ahora, tendrá que buscar nuevos retos más allá de Ipurua.