MADRID, 4 de mayo. La semana que viene, el presidente chino Xi Jinping se embarcará en una visita de estado a Rusia que promete ser todo menos rutinaria. Desde el 7 hasta el 10 de mayo, Xi no solo asistirá al emblemático desfile conmemorativo de la victoria soviética en la II Guerra Mundial, sino que también se sentará cara a cara con Vladimir Putin para discutir temas cruciales entre ambos países.
Una agenda cargada y tensiones latentes
En este encuentro, los dos líderes explorarán los caminos para fortalecer esa relación tan estrecha entre China y Rusia, que muchos consideran como una asociación estratégica integral. Sin embargo, no podemos ignorar que la sombra de la guerra en Ucrania planea sobre estos diálogos. Aunque China ha mantenido una postura neutral frente al conflicto, es evidente que la invasión rusa ha causado fricciones entre estos aliados. Pekín ha expresado su inquietud por lo que considera un ataque a la integridad territorial ucraniana.
A lo largo de estos días decisivos, ambos mandatarios firmarán varios documentos bilaterales, dejando claro que sus intereses están alineados en muchos aspectos. El Kremlin ya ha hecho hincapié en la importancia de esta visita; no es solo un acto protocolario, sino una oportunidad para afianzar alianzas en tiempos inciertos.