La historia de Albert Pinya, el artista mallorquín, es un viaje fascinante que nos lleva hasta Madrid, una ciudad que ha sido un pilar fundamental en su carrera. Este próximo 8 de mayo, estará inaugurando su exposición Desde la pintura en la galería Gärna, un espacio que ha ido ganando terreno en el mundo del arte contemporáneo.
Una relación simbiótica entre artista y galeristas
Pinya conoció a los propietarios de Gärna cuando eran coleccionistas de su obra. Desde entonces, ha visto cómo esta joven galería se ha desarrollado, consolidándose con fuerza. “Lo importante es vivir el aquí y ahora”, dice Albert, quien reconoce lo complicadas que son las relaciones entre artistas y galeristas. A pesar de todo, destaca la calidad humana que encontró en ellos como un punto crucial para apostar por esta colaboración.
Madrid siempre le ha resultado estimulante. “Aquí hay muy buenas amistades y un público deseoso de descubrir”, comenta con una sonrisa. Sin embargo, no todo es fácil; ese ritmo frenético puede resultar abrumador para alguien que disfruta más del silencio mediterráneo que del bullicio capitalino.
Desde su primera exposición en 2013 hasta hoy, la conexión con Madrid ha sido constante. Ha realizado proyectos memorables en espacios como Espacio Frágil y Matadero, además de participar regularmente en ferias importantes donde ha cosechado reconocimientos como el Premio de la Crítica. Cada uno de estos hitos refuerza sus lazos con esta vibrante ciudad.
Pinya nos invita a reflexionar sobre lo que podemos encontrar al visitar Desde la pintura. La propuesta está lejos de ser una simple muestra; se aleja del lienzo tradicional e incluye materiales tan diversos como piedra o cerámica. “Los límites son insospechados”, asegura mientras habla sobre cómo cada pieza cuenta una historia única relacionada con nuestras emociones.
A medida que profundiza sobre su evolución artística, menciona sus incursiones recientes en arqueología y cultura primitiva: “Para visualizar el futuro necesito conocer el pasado”. Esta búsqueda constante lo lleva a conectar con distintos oficios artesanales donde cada colaboración aporta nuevos matices a su obra.
Pinya también reflexiona sobre el papel del arte en nuestra sociedad actual: “El tejido cultural tiene una mirada crítica hacia lo que sucede alrededor”. En este sentido, pone énfasis en cuidar nuestra comunidad y asegurar recursos para seguir construyendo desde la educación y la cultura.
No cabe duda de que 2025 será otro año emocionante para él; después de Madrid, planea llevar sus obras a Milán. Un segundo acto lleno de promesas tras lo vivido en España. Sin duda alguna, estamos ante un creador comprometido no solo consigo mismo sino también con las historias que quiere contar a través del arte.