Las calles de Baleares vibraban este pasado 1 de mayo con la energía de cientos de personas que, hartas de la situación, decidieron alzar la voz. Con pancartas en mano y un mensaje claro, los trabajadores clamaban por sueldos que realmente compensen el elevado costo de la vida.
Un grito unánime contra la precariedad
Entre los manifestantes, destacaban los trabajadores de seguridad del APB, quienes no han podido más: “Nos vemos obligados a buscar otros trabajos solo para llegar a fin de mes”, afirmaba uno de ellos con resignación. El descontento era palpable y se sumaba a una serie de protestas recientes, como la concentración programada para este miércoles por parte del personal portuario. La precarización laboral ha tomado protagonismo en cada esquina.
Mientras tanto, las educadoras de las escoletas externalizadas también se preparan para hacer oír su voz a partir del próximo lunes. Todo esto sucede en un contexto donde, además, nos despedimos con tristeza del activista mallorquín Manel Domènech, quien defendía con pasión nuestra cultura y lengua.
No podemos ignorar que los hoteleros siguen insistiendo en que su ocupación fue baja durante Semana Santa y argumentan que eso es “incompatible con la saturación” turística que todos vivimos año tras año. Una contradicción más en este monocultivo turístico que parece no tener fin.
En definitiva, Baleares es un hervidero donde la comunidad empieza a despertar ante una realidad que ya no se puede tolerar. Es hora de exigir cambios reales y luchar por lo que nos corresponde.