La noticia ha caído como un jarro de agua fría entre los que conocían a Manel Domènech, un activista que dejó una huella imborrable en la lucha por la justicia social en Mallorca. Su pasión y compromiso no solo inspiraron a muchos, sino que también dieron voz a aquellos que se sentían silenciados.
Manel no era solo un nombre más en el panorama político; era un auténtico luchador, alguien que no dudaba en alzar la voz contra las injusticias. Como él mismo solía decir: «Si no peleamos por lo nuestro, ¿quién lo hará?» Esta frase resonaba en cada rincón donde él iba, haciendo eco de su profunda convicción.
Un legado que perdura
A pesar de su partida, el legado de Manel sigue vivo. En cada protesta, en cada reunión comunitaria y en cada pequeño avance hacia una sociedad más justa, podemos sentir su presencia. Él creía firmemente que el cambio empieza desde abajo y es ese espíritu indomable el que nos reta a continuar con su labor.
No cabe duda de que perderlo deja un vacío inmenso. Pero también es una llamada a la acción para todos nosotros. Ahora más que nunca debemos unirnos y seguir luchando por esos ideales por los cuales él dedicó su vida. Manel nos enseñó que juntos somos más fuertes y esa lección es quizás su mayor regalo para todos nosotros.