Este 28 de abril, las Islas Baleares han vivido una jornada convulsa. Mientras en la península se producía un apagón que dejaba a millones sin luz, aquí, en nuestras islas, la situación era bien distinta. La policía aún no ha encontrado indicios de un ciberataque que pudiera haber causado todo este revuelo, pero la incertidumbre flotaba en el aire. ¿Qué está pasando realmente?
¿Por qué nos hemos librado?
A pesar del caos en el resto del país, el Gobierno se ha apresurado a asegurar que las Baleares no sufrirán las consecuencias de la gran apagada eléctrica. Pero muchos se preguntan: ¿por qué nosotros sí y ellos no? En este contexto de interrupciones y fallos en líneas telefónicas e internet, parece que nuestras islas han tenido suerte.
Sin embargo, no podemos ignorar otros acontecimientos más trágicos. Un joven de tan solo 21 años ha perdido la vida tras un choque frontal entre un autobús del TIB y su coche en Portocolom. Esta noticia nos recuerda lo frágil que puede ser la vida y lo rápido que puede cambiar todo.
Y mientras tanto, en el mundo del turismo, figuras como Escarrer advierten sobre los riesgos de aumentar los precios del alquiler turístico: “Podemos acabar pagándolo muy caro”, señala con preocupación. Nos enfrentamos a una realidad donde disfrutar de nuestra tierra se vuelve cada vez más complicado.
Ciertamente es un día lleno de contrastes: por un lado, celebramos que nuestras islas estén a salvo del apagón; por otro lado, lamentamos pérdidas irreparables y miramos al futuro con cierta desconfianza. Pero aquí estamos, siempre adelante.